El gordo y el flaco, un biopic que nos recuerda que merece la pena recordar el pasado
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Oliver Hardy y Stan Laurel formaron el dúo cómico más legendario de todos los tiempos. Hicieron reÃÂr a muchas generaciones a lo largo de los años con su humor exagerado de dos tontos inocentes que conquistaron al mundo entero. Y este año tenemos el placer de recibir en cines a El gordo y el flaco. Un biopic perfecto.

Autor: Aimee Spinks; Fuente: EOnline Spain
Protagonizada por Steven Coogan (como Laurel, el flaco) y John C. Reilly (como Hardy, el gordo), la pelÃÂcula relata la última gira teatral de este dúo dinámico por territorio británico, en donde sufrieron tanto la soledad del olvido como el recuerdo de una fama pasada. Pero, entre medias, una amistad intacta.
Dirigida por Jon S. Baird (director de Filth, el sucio), El gordo y el flaco es una biografÃÂa que retrata a la perfección la relación de admiración, respeto, compañerismo y amistad que hubo entre los reyes del slapstick. A través de flashbacks consigue recordar sus años de éxito cuando lograron superar el traspaso radical del cine mudo al sonoro, y del blanco y negro al color, siendo de los pocos intérpretes de Hollywood que consiguieron superar aquella etapa drástica que acabó por completo con otras figuras.
Reilly se llena de prótesis y maquillaje para enamorarnos de aquel “gordo†del dúo que amaba las mujeres, la buena vida y dejaba las tareas profesionales a su compañero. Pero Coogan consigue lo mismo a su manera, sacando de sàa un Laurel meticuloso, resentido pero de buen corazón, dolido por la traición del pasado -cuando Hardy hizo una pelÃÂcula con otro cómico cuando Laurel abandonó el estudio- pero que también atrapa al espectador capturando la quÃÂmica y cariño entre los dos.
Ambos actores hacen un despliegue de talento impresionante, consiguiendo traspasar la pantalla con una historia humana y capturando la quÃÂmica de aquellos cómicos inigualables repitiendo sus bailes, sketches y movimientos a la perfección. Un dúo perfecto.
La cinta desborda quÃÂmica por todo su metraje. Y no solo entre Coogan y Reilly -que si hubiera habido un Oscar a mejor dúo lo habrÃÂan ganado seguro- sino también en la conexión entre el guión y sus intérpretes que demuestran constantemente un respeto inmenso por los personajes; asàcomo entre Nina Arianda y Shirley Henderson, las actrices que interpretan a las dos esposas y que se roban la pelÃÂcula cada vez que aparecen en escena. El compromiso de todos los involucrados se nota, y por ende, la pelÃÂcula brilla.
Si los Monthy Python, Gene Wilder, Leslie Nielsen, Steve Martin o Jim Carrey son algunos de los comediantes que las nuevas generaciones recuerdan como los más recientes, Oliver Hardy y Stan Laurel serÃÂan sus ancestros. Y El gordo y el flaco consigue retratarlos y recordarlos, para las viejas y nuevas generaciones, con una pelÃÂcula homenaje redonda.
El gordo y el flaco nos llena de nostalgia y nos recuerda la gran belleza que existe en mirar hacia el pasado de vez en cuando. Que los “viejos tiempos†sàfueron mejores en algunos casos. Es una oda de amor a la amistad que consigue que salgamos del cine con el corazón emocionado.
Puntuación: 9/10
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